lunes, 25 de junio de 2007

Tiempo Sagrado


Por Q:.H:. Luis Barrientos Morales.


Asistir a una tenida nos causa la impresión de hallarnos en un lugar muy especial y de vivir ahí un momento privilegiado. Creo que es, o debería ser, una sensación general.

Contrariamente a los edificios “religiosos”, no es lugar lo “consagrado” sino la Logia, el conjunto, en el sentido gregario. Tal sensación la vamos a encontrar cualesquiera sean las condiciones del lugar en que se desarrolla la tenida: La decoración habitual del templo, a veces suntuosa y otras modesta, hasta pobre como lo expresa Rudyard Kipling en su célebre poema.

El grato ambiente fraternal no basta por si sólo para influir esta sensación de lo sagrado, la que debe buscarse en otras dimensiones:

Primero, en un intento para encontrar la significación general de la palabra “sagrado”.

Segundo, limitaría al contexto masónico, donde la entrada a un tiempo sagrado supone que este espacio ha sido consagrado. La tenida implica, así, consagración del espacio y del tiempo a través de nuestro rituales.

Lo “sagrado”: Con el término de “numineux”, del latin numen, divino, Rudolf Otto designaba en 1917 lo que provoca la revelación de un aspecto de la potencia divina, irracional y terrorífica a la vez (frente a esa majestad que desprende una aplastante superioridad de potencia) y el sentimiento de fascinación (engendrado por el descubrimiento de la perfecta plenitud del ser).

Es algo diferente a lo profano lo que se revela y se manifiesta en nosotros. De ahí la designación de “hierofania” propuesta por Mircea Eliade para referirse a ello. Es lo que Jean Servier denomina “lo invisible”, pues el hombre puede intentar lo sagrado mientras que lo invisible se impone a él.

Ambos términos dejan subentender una noción idéntica: la consagración agrega una calidad sobrenatural. Una piedra sagrada no deja de ser una piedra y desde el punto de vista profano nada la distingue de otra, pero para quienes ha sido revelada como sagrada su realidad inmediata se transforma en realidad sobrenatural: lo sagrado se transforma en verdadero, real , potencial y fuente de vida.

TEMPLO PERMANENTE

Lo expresado nos lleva a dos consideraciones:

El sentido de la apertura y cierre de nuestros trabajos constituye el “cedazo” que separa el mundo sagrado: la apertura permite la consagración y la clausura representa la vuelta a lo profano.
Eso no impide considerar que el Masón (hombre orientado en el espacio profano e iluminado en su corazón por la seguridad de llevar en si la chispa de la inmanencia divina) representa un Templo Permanente, para él sólo, en el caso del mundo profano. Esta sensación de lo divino inducida por la iniciación Masónica, fortificada durante la tenida, debe permanecer en el corazón de los masones.

Tiempo sagrado en un lugar sagrado: Una tenida no es pasar algunas horas dentro de una decoración especial donde el ritual es sólo una lectura o una recitación convencional.

Hay que comprender rito y ritual en el sentido de “conforme al orden del Cosmos”, por lo que asistir a una tenida es encontrarse, gracias al ritual en un lugar privilegiado, un espacio donde el Cielo y la Tierra (las dimensiones del Templo) para participar en una ceremonia en la cual, también por el ritual, se puede acceder cada vez a vivir plenamente un momento que va a renovarse a la vez siguiente. Es lo contrario al tiempo profano que no está sometido a un ritual y que se desarrolla sin poder reproducirse en forma idéntica, aun en circunstancias análogas. Si hay una ruptura de homogeneidad del espacio hay también una ruptura en la concepción del tiempo. El tiempo profano puede ser representado sobre una línea recta, o mejor aún en un espiral, sin posibilidades de retorno.

A la inversa, se puede considerar al tiempo sagrado como aislado en un circulo que se reproduce en cada tenida, y que algunos llaman “tiempo cíclico” o “tiempo calificado”.

Pasar al tiempo es admitir una ruptura, una suerte de salida del tiempo profano: es reactualizar, recrear cada vez ese momento privilegiado de contacto con lo “trascendente”.

Hay entonces una doble noción de tiempo: “santificado”, por el sentimiento de lo trascendente, y “reproducible”, por la virtud del ritual. Noción esencial de un tiempo, transformado en “real” por la sensación de lo divino y “reversible” por el rito.

Como señala F. Schwartz, “es un momento privilegiado donde todos los planes del Universo son reunidos, donde hay simultaneidad de presencias de diversos niveles cósmicos”.

En esas condiciones, en esos momentos llamados “hierofánicos”, la duración profana desaparece para dar nacimiento a un tiempo sagrado en un espacio sagrado.

LA INICIACIÓN

Esa condición permite una explicación de la Iniciación Masónica: el profano (impuro) es introducido con los ojos vendados en un tiempo iluminado y es purificado dando vueltas en torno de un centro hasta que le sea dada la luz. Su introducción constituye una intrusión, una fractura de los sagrado, que es necesario reparar iniciándolo (purificación por el aire, el agua y el fuego, e iluminación, la Luz al tercer golpe de mallete).

La búsqueda de una explicación para este genero de sensación nos llevaría a una respuesta: lo sagrado es el intermediario que permite comprender la trascendencia de lo divino y su inmanencia en el hombre.

Pero se puede emprender aún otras reflexiones:

El tiempo sagrado permite retomar el tiempo mítico, pues deriva de una valoración entregada por un suceso primordial (arquetipo) y por su repercusión sobre la vida del hombre que la experimenta y la siente. La Masonería considera ese tiempo como susceptible de regresar: por el ritual masónico lo va a hacer presente periódicamente (en cada tenida): es una reactualización del suceso primordial.

El tiempo sagrado es entonces reversible y recuperable, santificado y santificador. De esta manera se introduce en el tiempo histórico, en el cual provoca una ruptura. De ahí su calidad diferente, superior al tiempo profano. Decir que el tiempo sagrado es equivalente al tiempo mítico permite aproximarse a la comprensión del tiempo como un espacio psicológico; el tiempo se transforma en el espacio de la conciencia humana. Se unen entonces los mitos cosmogónicos (de la creación) y escatológicos (de llegar a ser) en la esperanza de un retorno o de una destinación hacia el “Gran Tiempo”, cuando el espacio era lo único existente pero no todavía dinamizado: juventud eterna, Edad de Oro en el seno de la cual el transcurrir del tiempo y la cronología están ausentes.

Fuera de cronología, que en él no transcurre, el “tiempo sagrado” (en el sentido de tiempo mítico) va a permitir la reactualización de los sucesos significativos, al contacto con lo divino del comienzo de las cosas.
Es ahí probablemente donde interviene el llamado del arquetipo y la capacidad de resonancia del hombre frente a este llamado.

CONCLUSIÓN:

Ahí podría encontrarse una definición a nuestra búsqueda:

Por el mito, el rito y el símbolo lo sagrado se va a imponer al hombre, haciéndolo tomar conciencia de lo sagrado lleva al hombre a la fuente de lo divino.

Se puede concluir con la frase: la tradición es intemporal, fuera del tiempo histórico, destructor e irreversible. Por el desarrollo del ritual se la coloca, siempre viva y reproductible, en el tiempo mítico, por la búsqueda del contacto con lo divino y de la coincidencia –renacimiento con el suceso primordial.

Esto podría explicar esa sensación profunda y agradable que nos provoca una tenida. De esta manera se tiene por lo menos la impresión -que hasta puede ser errónea pero que da seguridad- de salir de una tenida si no mejores por lo menos mejorados y con un deseo que indudablemente compartimos todos: volver cuanto antes a la tenida siguiente.

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